Las personas siempre condenan las palabras de otro igual a ellos. Si la víctima dice: un giro de 360 grados, inmediatamente brincan los reclamos. Inundan la mente del culpable con frases trilladas. Lo rebajan a su nivel, porque es más fácil. Imagina dar el siguiente paso y subir un escalón, y que esa desconfianza ponga en evidencia tu verdadero yo y ¡pum! de vuelta a tu altura.
Me gusta el nombre de Rick para esta historia. Él nunca se fue, siempre estuvo ahí, en una incubadora, sin las ganas de salir y demostrar que detrás de él existe una historia complicada, sin desarrollo y por supuesto, sin un final predecible.
Estar en incubación no significa echar la hueva. Al contrario, como se expresa una parte de su significado, ha habido un desarrollo interesante del ser mismo.
La otra vez buscaba una palabra que había perdido, pero ahora, con el calor de un whisky regresó a mi mente: ocio.
Y es que el ocio es el primo de un vaivén.
Rick siempre estuvo ahí, pero su ocio fue mayor todo este tiempo. Aprendió y hasta la fecha no se siente listo para salir. Pero lleva presente algo muy perturbador pero a la vez tranquilizante: le emociona mucho el futuro, en demasía, pero al mismo el miedo se apodera de él. Siente que está en una posición indicada, como cuando el peón está a una casilla de convertirse en reina y dar una giro de ¿180? ¿360 grados? Nadie es apto para juzgar una expresión de tal magnitud.
En algún momento intentaron desviarlo de su camino. En algún momento lo permitió y casi perdió su verdadera esencia y por un tiempo estuvo bien, pero el estar incubado le permitió jamás olvidar de dónde venía.
«Extraño esas noche de vino tinto y palabras» decía Rick. Se encerraba con una botella barata, la misma que en la actualidad sabe que podría hacer pasar por una bebida fina entre los llamados sumiller. Ya no recuerda si casi a diario salía un cuento verdadero o cada semana. La verdad no importaba, solo la experiencia de encerrarse en una habitación, conocer el mundo a través de una bebida embriagante y una conexión de internet. ¡Oh qué días de gloria!
Ahora es whisky. Ahora hay una pizca más de educación, de conocimiento musical, experiencias y amor. Los tiempos cambiaron y dieron un giro de ¿180? ¿360 grados? Nadie es apto para juzgar una expresión de tal magnitud.
Rick se frota los ojos. El futuro es ahora. Tuvo un primer vaivén en su vida y espera que no vuelva a ocurrir. Él sabe a dónde pertenece. Ya otros han estado ahí y por un tiempo estuvo bien.
Le emociona pero a la vez le aterra empatar canciones. Seguir escribiendo cuentos que nadie lee. Disfrutar noches solitarias a 25 o 250 watts. Si un día quiere, puede impactar la mente y el cuerpo de 100 almas con tan solo unas llamadas. Tiene el don de saber qué poner en el momento adecuado. Rick sabe que la filosofía es relativa. Cada quien actúa de acuerdo a cómo le va en la vida.
Le emociona pero a la vez le aterra escribir, leer y viajar.
Por ahora es Groove Armada con David Lynch en una licuadora. Sírvase bien frío en una vaso con whisky y el resultado es alentador. La cosquilla interior sigue presente por el momento. Hay mucho material en un vaivén personal. Más de 500 palabras en un vaso con pasaporte a otro lado.
Hay miedos más intensos, de los cuáles Rick aún no se anima a hablar. Denle tiempo, quizá un poco más del que estuvieron esperando en todos estos años.